Por: Adhemir Cavero Chavera
Nos golperon fuerte. Un nuevo partido de preparación que tomamos a la ligera. No aprendimos nada de aquel encuentro ante Ecuador en donde nos jugaron al límite y cerraron los circuitos ni de los paraguayos que entraron a meter pierna fuerte como en sus mejores tiempos. No. Jugamos con aires de grandeza ante El Salvador. Ni el mensaje de su DT Carlos de los Cobos, tocó a los nuestros. Pensamos que el gol iba a llegar por obra y gracia del Espíritu Santo, que bastaba con un solo destello de nuestros mundialistas para conseguir un triunfo. Hasta las casas de apuesta daban por descontado el triunfo peruano y ¿saben qué?, eso terminó por matarnos.
Nos golpearon fuerte. Porque hace tres partidos esperábamos la conferencia post partido de Gareca para deleitarnos con sus enseñanzas y ahora esperamos su autocrítica. Nos golpearon fuerte y solo nos queda contar los días para la vuelta de nuestro Guerrero salvador para que nos lleve por el camino del bien y meta todas las que fallaron Ruidiaz y Yordy Reyna.
Nos golpearon fuerte, porque la Copa América está a la vuelta de la esquina y nuestros seleccionados siguen de vacaciones, luciendo sus lujos en Instagram en vez de regalarnos lujos el campo. El autogol no solo lo hizo Trauco, sino todo el equipo. Jugando de lado a lado como los pinguinos un deporte que tiene como objetivo meter la pelota al arco rival, ninguneando un equipo que peleó cada pelota como Dios manda y como para que no digan que nos ganaron de esa forma (con gol en propia puerta), decidieron rematarnos con un contragolpe perfecto.
Nos golpearon fuerte los dirigentes también. Cuando pensábamos que las cosas habían tomado el rumbo correcto salen temas como la reventa de entradas para Rusia 2018 y nos hacen recordar que el poder corrompe.
Nos golpearon fuerte los salvadoreños, nos hicieron chocar con la realidad como para que no nos olvidemos de donde venimos. Estamos a tiempo, perdimos no solo el partido sino la identidad y eso es sumamente peligroso si no reaccionamos. La derrota ante El Salvador al final nos puede dejar más enseñanzas incluso que los partidos del mundial. Y es que no podemos mirar por encima del hombro por 15 minutos de gloria que tuvimos.