La inspiración es clave en un futbolista. Puede ser viendo otros partidos, con alguna videollamada antes del juego, alguna cábala quizá.

Para Lionel Messi, la inspiración llegó de un ser muy especial, alguien que tuvo minutos con el su querido Barcelona y que con su sonrisa contagiante generó simpatía hasta en sus rivales. Ese abrazo previo al PSG -Leipzig entre Lio y Ronaldinho significó mucho para el argentino. 

Hacer un gran partido, con tamaña presencia en las gradas, se convirtió en obligación para la Pulga. Sin embargo a los alemanes les importó poco ese encuentro y se mandaron, inspirados también por los dos toros de su camiseta, dispuestos a embestir al conjunto de estrellas de Pochettino, cometido que cumplían hasta pasados los 60 minutos.

El juego iba 2-1 a favor de los alemanes y entonces Messi, alzó la mirada. Pidió aliento a su gente y mientras lo hacía, no pudo evitar ver sentado en los palcos al astro brasileño. No podía decepcionarlo. Ni loco. Por eso armó una pared de las que tanto le gusta para construir un mejor futuro. Mbappé se la devolvió justa y el 30 a la carrera la colocó con algo de drama para meter nuevamente en onda a PSG. 

La inspiración iba a necesitar ser acompañada también por transpiración y de eso sabe mucho su socio Killian que se internó en el área rival siendo trabado. Penal cedido para Leo que de reojo vio a Ronaldinho por segunda vez, se anime a hacer algo propio de las pulgas: `picarla´. 

Así voltearon el partido los franceses. Esa dosis de inspiración de su figura fue suficiente para terminar felices una nueva noche en la ciudad luz. 

El cierre con todos cual elenco agradeciendo a su audiencia fue otro gesto de gratitud que va haciendo especiales las jornadas de Messi en PSG. En presencia de otro ídolo del club, no podían perder. La inspiración existe.